martes, 7 de septiembre de 2010

COMENTARIO BÍBLICO ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DÍA

COMENTARIOS DEL COMENTARIO BÍBLICO ADVENTISTA EN RELACIÓN CON JUECES 6:13 A TENER EN CUENTA COMO APORTE:
¿Por qué nos ha sobrevenido todo esto?
Gedeón no sólo era valiente y adinerado, sino también inteligente.  Sin duda reflexionaba en la incapacidad de los israelitas para defender su país, y había tratado de formular planes para expulsar a los invasores.  Quizá por esto el mensajero celestial comenzó la conversación con las palabras: "Jehová está contigo", como si le dijera: "Dios está contigo en tus valientes proyectos, Gedeón".  "Si Jehová está con nosotros -pregunta Gedeón con ironía-, ¿porqué me veo obligado a sacudir un poco de trigo en el lagar, cuando debería estar trillando una cosecha abundante en la era?"
¿Y dónde están todas sus maravillas?
La salida de Egipto siempre fue el glorioso punto de partida de la narración de los portentos que Dios había realizado en favor de los israelitas.  Gedeón insinúa que en dicho momento Dios había estado con ellos, pero que en el presente ya no los acompaña más, pues de lo contrario realizaría los mismos milagros para ayudarlos.  Gedeón reconoció que los pecados del pueblo habían hecho que la presencia de Dios se alejara de la nación, pero su fe no parecía captar la verdad de que cuando el pueblo clama a Dios, él vuelve a ayudarlo con buena voluntad.
Le resultaba difícil a Gedeón reconciliar las penosas circunstancias con la afirmación que el mensajero hacía de que Dios estaba con ellos.  Su fe era débil.  Quería ver milagros sin avanzar por fe.  El ángel intentó fortalecer su fe asegurándole que Dios estaba con ellos.  Así también muchos interpretan falsamente los acontecimientos de su propia vida.  "Jehová nos ha desamparado, y nos ha entregado en mano de los madianitas", declaró Gedeón.  Pero en verdad ninguna de estas aseveraciones era totalmente cierta.  Dios no había desamparado a su pueblo, sino que éste lo había abandonado a él.  Aún más, la propia debilidad de Israel, resultado de su voluntaria separación de la fuente de su fortaleza, era la que lo había entregado en manos de los madianitas.  Es verdad que Dios no obró un milagro para mantener lejos a los madianitas, pero tiene un límite la intervención de Dios en los asuntos humanos.  Nunca fuerza la voluntad, y cuando el hombre escoge un camino contrario al plan divino, Dios no impide que sigan las consecuencias naturales de tal conducta.  En tales circunstancias, los hombres no tienen derecho de culpar a Dios por no haber intervenido en su favor.  Por otra parte, cuando los hombres escogen trabajar con Dios, nuevamente él puede obrar para beneficio de ellos y lograr grandes cosas en su favor.

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